lunes, 7 de noviembre de 2011

I N D I G E S T I O N

Vivir frente al mar te enseña muchas cosas.
Vivir frente al mar te enseña la futilidad de las preocupaciones.
Pero sobre todo te enseña a ceder el control.

A aceptar y a contentarse.
El mar todo lo limpia.
Hasta un cerebro enmarañado.  Hasta una tristeza oscura.
Mi Caribe me devuelve cada día sacos de basura.
Entre eso, este poema.









I N D I G E S T I O N

Algo que comió
le ha caido mal.
Vomita
sobre mi alfombra de centavos.

Reviso.
Botellas de agua, todas con sus tapas
cuidadosamente enroscadas por la mano criminal.
Sogas y redes, disfrutando de una merecida jubilación.


Artículos inexplicables, sacados de contexto
para
convertirse
en
tristeza.

Y cientos y cientos de zapatos viudos.

Temo que esté tramando
un maratón de peces,
un batalla de pulpos,
o algún otro acto vengativo.

A pesar del miedo
lo admiro:
tiene buen color.

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