martes, 3 de enero de 2012

Pérez


Soy Pérez.  Igual que miles de millones de personas en el mundo.  Es más, soy Isabel Pérez.  Igual que cientos de millones de personas en el mundo.  Peor aún, mi segundo nombre es María, y mi segundo apellido es Vásquez.  Igual que el de millones de personas en el mundo.
Y sin embargo, yo, que adoro las diferencias, celebro tener un nombre tan común. Simplemente porque eso me convierte en una humana clásica. 
Lo de Pérez me viene de parte paterna, por supuesto, pero eso quiere decir también que me viene de parte cubana.  O sea que sí, mi familia Pérez, es la Familia Pérez de la novela de Christine Bell (y de la película esa con Marisa Tomei, Alfred Molina y Anjelica Houston, dirigida por Mira Nair).  Soy un miembro más de la multitud de Pérez que hacen exclamar al inspector de aduana “Sí, sí, todos son Pérez”. 
Luego del consabido chiste de Trespatines de que Pérez es el apellido más antiguo del mundo, porque Dios le dijo a Adán que Perez-serás, viene la explicación histórica.  Pérez es un apellido patronímico, igual que muchos con la terminación –ez, que quiere decir hijo de, hijo de Pero o Pedro en esta ocasión.  La tradición indica que los primeros en llevar este apellido fueron judíos serfardíes conversos, y hay información de su uso que data de del siglo 14. 
Cuando uno se apellida Pérez, uno igual se pudiera apellidar Apellido.  Isabel Apellido.  Juan Pérez es el equivalente a John Doe en inglés, un cualquiera, un desconocido.  Cuando alguien a mi lado cuenta algo y dice “Y el tipo llegó y se llamaba, no sé, Juan Pérez, pongámosle...”, yo les contesto sin dudar, ¿y por qué no le ponemos Juan TuApellido, mejor?  Sólo por joder, por supuesto, solo por darle relevancia al tema, no porque me importe, pues ya he dicho que me gusta ser Pérez.  Porque claro, yo no soy una Pérez cualquiera, soy una Pérez a secas. 
Piense en todos los Pérez famosos que conoce.  Todos son Pérez-Algo.  Arturo Pérez Reverte, Benito Pérez Galdós, Ernesto Pérez Balladares, el tal Pérez Hilton, qué se yo.  Muy pocos somos Pérez a secas.  Es como si el Pérez fuera una preposición, o necesitáramos adornarlo con algo, con una calcomanía de mariposas con escarcha. 
Yo uso mi apellido de casada.  Burgos.  Es un lindo apellido, es el apellido de mis hijos y es simple, claro y tiene una carga castiza e histórica linda.  Pero Pérez es limpio, luminoso, es un apellido despojado de todo el polvo y paja que se le pudo pegar de tanto andar por los siglos.  Apellidarse Pérez es apellidarse Humano y decir, como el sabio griego Bías de Pirene, cuando le vinieron a avisar que huirían de la ciudad por un asedio y que debía recoger todas sus cosas, “Omnia mea mecum porto”, es decir, “Todo lo que me pertenece, lo llevo conmigo”.