Soy Pérez. Igual que miles de millones de personas en el mundo. Es más, soy Isabel Pérez. Igual que cientos de millones de personas en el mundo. Peor aún, mi segundo nombre es María, y mi segundo apellido es Vásquez. Igual que el de millones de personas en el mundo.
Y sin embargo, yo, que adoro las diferencias, celebro tener un nombre tan común. Simplemente porque eso me convierte en una humana clásica.
Lo de Pérez me viene de parte paterna, por supuesto, pero eso quiere decir también que me viene de parte cubana. O sea que sí, mi familia Pérez, es la Familia Pérez de la novela de Christine Bell (y de la película esa con Marisa Tomei, Alfred Molina y Anjelica Houston, dirigida por Mira Nair). Soy un miembro más de la multitud de Pérez que hacen exclamar al inspector de aduana “Sí, sí, todos son Pérez”.

Cuando uno se apellida Pérez, uno igual se pudiera apellidar Apellido. Isabel Apellido. Juan Pérez es el equivalente a John Doe en inglés, un cualquiera, un desconocido. Cuando alguien a mi lado cuenta algo y dice “Y el tipo llegó y se llamaba, no sé, Juan Pérez, pongámosle...”, yo les contesto sin dudar, ¿y por qué no le ponemos Juan TuApellido, mejor? Sólo por joder, por supuesto, solo por darle relevancia al tema, no porque me importe, pues ya he dicho que me gusta ser Pérez. Porque claro, yo no soy una Pérez cualquiera, soy una Pérez a secas.
Piense en todos los Pérez famosos que conoce. Todos son Pérez-Algo. Arturo Pérez Reverte, Benito Pérez Galdós, Ernesto Pérez Balladares, el tal Pérez Hilton, qué se yo. Muy pocos somos Pérez a secas. Es como si el Pérez fuera una preposición, o necesitáramos adornarlo con algo, con una calcomanía de mariposas con escarcha.
Yo uso mi apellido de casada. Burgos. Es un lindo apellido, es el apellido de mis hijos y es simple, claro y tiene una carga castiza e histórica linda. Pero Pérez es limpio, luminoso, es un apellido despojado de todo el polvo y paja que se le pudo pegar de tanto andar por los siglos. Apellidarse Pérez es apellidarse Humano y decir, como el sabio griego Bías de Pirene, cuando le vinieron a avisar que huirían de la ciudad por un asedio y que debía recoger todas sus cosas, “Omnia mea mecum porto”, es decir, “Todo lo que me pertenece, lo llevo conmigo”.
Querida amiga a secas: cómo disfruto tu humor. Rico comenzar el año así.
ResponderEliminarYo también disfruto de tu humor, pero como a mí toca el Pérez también, se me salen las lágrimas, y no sé si de la emoción o de la alegría de ser Pérez así como tú, a secas, y de que me siento mal de usarlo solo en momentos de escribir, porque el Troetsch es difícil de deletrear, y la gente pregunta ¿y cómo se escribe? T-R-O-E.... e invariablemente te dicen, ¿que qué?... y yo contesto, Pérez.
ResponderEliminarAy qué bellas, las quierooo!
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